Tú puedes tener una vida organizada y disfrutar. Todo empieza en ti, en organizar tus prioridades, cuidarte, estar en forma, trabajar, conciliar, cultivar tus aficiones. no es fácil pero tampoco difícil. Sólo tienes que proponértelo. Aquí te damos inspiración e ideas para lograrlo.
Volvemos con nuestra planificación semanal, dentro de nuestro método de organización personal Productividad Slow. Hace un par de semana veíamos cómo planificar la semana. Hoy quiero enseñaros la herramienta que podemos utilizar y que nos puede ayudar un montón: el planificador semanal.
El planificador semanal tiene que ser un espacio en el que a golpe de vista podamos ver lo que tenemos que hacer durante la semana. Esto nos va a ayudar en dos sentidos:
a distribuir tareas cuando estamos contemplando la planificación semanal;
a hacer seguimiento de estas mismas tareas a medida que vaya transcurriendo la semana.
Yo tengo dos versiones de planificador: uno en papel y otro digital, el planificador semanal de dommuss. Los uso los dos en función de la semana que tenga.
Seguimos desarrollando el método de productividad personal.Nuestro método de productividad slow para organizarnos y disfrutar. Siempre repito lo mismo, se trata de organizarnos para hacer todo lo que tenemos que hacer lo mejor posible y luego tener tiempo para disfrutar pasando tiempo con los nuestros, con nuestras aficiones o simplemente descansar.
Pero además de todo eso, es imprescindible planificarse y distribuirse bien el tiempo para poder hacer todas esas cosas que hemos planteado en el plan de acción. Para hacer realidad nuestro plan de acción y así conseguir nuestros objetivos.
Considero que lo ideal es planificarse semanalmente porque una semana es el ciclo natural de trabajo y al que estamos acostumbrados.
El debate no puede estar más candente: está en los periódicos, está en las cenas con amigas, está en casa, está en las conversaciones del café del trabajo, hasta en el autobús…
Sin ir más lejos, hace un par de semanas, hablando con unas amigas, debatíamos sobre si nos sentíamos o no feministas. Una amiga decía, “somos todas feministas, mira la definición en la RAE”. Y la buscamos. Según la academia, la primera acepción de feminismo es:
1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
Y así es. Atendiendo a esta definición, por supuesto que soy feminista. Es algo básico y esencial de nuestra sociedad.
Que las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres, afortunadamente hoy en día, lo doy por súper sentado y asumido.
De hecho, considero que esta definición se queda corta ya que a lo que deberíamos aspirar no es sólo a la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, sino a la igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer, que es algo más complicado.
Cada vez sois más los que me escribís y me cortáis que estáis usando dommuss no para un entorno doméstico (pareja, familia, compañeros de piso…) sino para vuestro trabajo. Sobre todo pequeñas empresas o grupos de trabajo. Por eso he pensado dedicar una sección del blog a la organización en el trabajo.
El post de hoy inaugura esta sección. Al final la filosofía que hay detrás de dommuss, la productividad slow, o lo que es lo mismo, conseguir ser más productivos para tener más tiempo para disfrutar, no para seguir cargándonos de responsabilidades, es directamente aplicable al trabajo también. Y aunque esto lo estamos cubriendo bastante en Organización Personal, en esta sección dedicada a la organización en el trabajo aprovecharemos para profundizar en otro temas que sólo tienen lugar en el entorno laborar.
Hoy quiero hablar de un gran tema: el buen jefe.
De las características que tienen que tener según mi punto de vista. La verdad es que la empresa en la que trabajaba antes se formaba mucho en este sentido y además he tenido la suerte a lo largo de mi carrera de tener varios buenos jefes… y algún otro menos bueno, que también ayuda para saber qué es lo que no se debe hacer. También he gestionado gente y equipos y he aprendido mucho de cada experiencia.
Una pregunta: ¿Son vuestras expectativas realistas? Me refiero a cómo esperamos que sea nuestro día a día. Muchas veces no lo son y son estas expectativas desproporcionadas las que luego meten presión en el día a día.
¿Habéis visto esas imágenes que circulan por las redes de la diferencia entre las expectativas y la realidad?. Hay muchas y algunas tronchantes. Son una sátira compuesta de dos imágenes: una primera que corresponde a la imagen ultra perfecta que se presenta normalmente en las redes y que no responde a la realidad; y la segunda, una visión mucho más realista de la misma circunstancia.
Está claro que muchas veces la imagen seudo perfecta que ofrece Pinterest o Instagram no ayuda. Pero muchas otras, somos nosotros los que nos hacemos esta misma trampa con nosotros mismos.
En nuestra cabeza también nos imaginamos comidas y cenas familiares de todos los días preciosas, sanas y súper sabrosas; ir a trabajar con el atuendo ideal para cada momento, perfectamente planchado, sin una sola mota de polvo, las uñas pintadas y el pelo perfecto; y por supuesto, estar toníficados y en forma, al día, etc.
La realidad es distinta: hay momentos en la vida que no da para tanto. Y aunque es muy legítimo aspirar a hacerlo todo muy bien, tener expectativas hinchadas y alejadas de lo factible, nos puede perjudicar mucho. En dos sentidos.
Primero, porque para ser capaces de cumplir con esa expectativa superlativa, seguramente tengamos que llenar nuestra agenda personal de inacabables compromisos con nosotros mismos y estaremos todo el día “tachando cosas en la lista”, en vez de estar concentrados en disfrutar. Habremos caído una vez más en la trampa de la productividad.
En segundo lugar, porque aunque creemos decenas de listas en dommuss y vayamos cumpliendo nuestros to dos de forma religiosa, seguramente, no alcancemos ese ideal, o lo iremos engrandeciendo en la misma medida, así que acabaremos frustrados igualmente.
Por eso yo voy a hacer un ejercicio de revisar si la imagen mental que tengo de mi vida es realista o si más bien para intentar cumplirla me voy a pasar el día “completando” en lugar de disfrutando. Os invito a que vosotros hagáis también este ejercicio. Me encantaría que me contarais si efectivamente, las expectativas estaban demasiado cargadas.
En ese caso, volvamos a nuestras prioridades, veamos dónde queremos mantener las expectativas al 10 y en qué otros puntos podemos relajarlas.