Hay que rellenar nuestra agenda siguiendo el orden de nuestras prioridades para llegar a esa sensación de orden, paz y de que nosotros controlamos la agenda y no es la agenda la que nos controla a nosotros.
Cada acción, requiere una dedicación. Cada día, tiene 24 horas. El tiempo es finito. La clave es decidir a qué se lo dedicamos. De hecho, la gestión del tiempo es quizá lo más difícil junto con la priorización de la organización personal y de toda la organización y gestión de proyectos en general.
Hoy os quiero contar el método que empleo para la gestión del tiempo. Un método al que he llegado después de mucho tiempo dedicada a la gestión de múltiples proyectos a la vez. Después de probar muchas técnicas distintas, he comprobado que éste sistema es el que me permite ser más fiel a la filosofía de la productividad slow: ser más efectiva sin dejar de lado mis prioridades y sin acabar cayendo en la trampa de la productividad. Lo podéis utilizar tanto para organizar y gestionar vuestro tiempo personal como para el trabajo.