Nuestra casa es el espacio en el que nos sentimos tranquilos y disfrutamos de la vida en familia. Nuestro hogar. Para conseguirlo ayuda tenerlas limpias, ordenadas, bonitas y armoniosas pero requiere mucha atención. Sobre todo los armarios, la cocina y los baños.
¿Seguimos con ganas de un año más organizado? Ya vimos que enero era un mes de no ponernos muchos deberes, que entre la resaca post fiestas, la cuesta y poner en marcha nuevos propósitos o prioridades ya teníamos bastante.
Pero ya estamos en febrero, los días son más largos y vamos cogiendo energías así que este mes podemos ponernos a organizar más en serio. Como sigue siendo un mes frío he pensado que aprovechar para tareas que sean de estar en casa y por eso creo que es el mes ideal para aprovechar y poner los papeles de casa en orden.
En agosto nos mudamos de casa. Siendo uno más en la familia y teniendo el contrato a punto de finalizar, nos planteamos que era un buen momento para buscar un piso algo más amplio. Surgió una oportunidad y aunque no era el momento más idóneo (bebé de 3 meses), organizamos la mudanza.
Mudarse está considerado un momento bastante estresante. Lo entiendo. La organización de la mundanza en sí -el trabajo que supone de desmontar, empaquetar, sacar y colocar- ya de por si es agotador. Pero además, hay un componente emocional muy fuerte. Desmontar la casa propia se siente como desmontar parte de la vida propia.
En nuestro caso, no era nuestra primera mudanza (yo a lo tonto he vivido en 3 casa antes en Madrid más dos en el extranjero) pero sí la más importante. El resto habían sido “parciales”), ahora trasladábamos una casa familiar muy vivida.
Dejábamos una testigo fundamental de nuestras vidas. En esa casa nos habíamos comenzado a convivir, nos habíamos casado y habíamos tenido nuestros dos hijos. Ahí es nada. Dejarla atrás, removía mucho. Ver cómo otros manipulan ese espacio de intimidad, cómo se esfuma por la ventana… no te deja indiferente.
¿Cómo son los hogares de los españoles? ¿Qué significa para nosotros ese espacio donde pasamos al menos un tercio del día? ¿Cómo es nuestra organización en el hogar? ¿En qué nos diferenciamos de un australiano o un suizo? IKEA se ha planteado estas y otras preguntas y les ha dado respuesta a través de un estudio, La vida en el hogar, en el que han entrevistado a más de 12.000 personas.
En él se refleja gran parte de cómo somos: qué nos gusta de nuestra casa, qué nos enfada, con quien nos gusta pasar el tiempo dentro de ella, cómo sería nuestro hogar ideal… De las conclusiones más llamativas de esta investigación hablamos con Ana García, responsable de Market Intelligence de IKEA.
Ya sabéis que me encanta la casa y también que me encanta teorizar… Así que esta vez he unido ambas inquietudes y he estado reflexionando sobre cómo debería ser la casa ideal.
Es algo que tengo en la cabeza desde hace tiempo porque llevamos ya meses pensando cambiarnos de casa. Sobre todo para tener algo más de espacio antes de la llegada del garbanzo… pero finalmente nos ha pillado el toro. Tendrá ya que ser después, más tranquilamente. Y, como dice siempre María Gallay de Organización del Orden, una mudanza podría ser una gran oportunidad. Y creo que en nuestro caso, si nos mudamos sería un gran momento para replantearnos nuestra casa. Así que en esas estoy.
Dando vueltas he llegado a la conclusión de que la casa ideal tiene que tener dos características fundamentales: ser funcional y agradable. Esto no es mucha novedad, ya Vitruvio, tratadista y arquitecto romano del siglo I a.c., habló de que los edificios públicos debían cumplir con los principios de firmitas (solidez), utilitas (utilidad) y venustas (belleza). En nuestro caso, el firmitas lo damos por hecho, porque no nos vamos a encargar de construir la casa pero las cualidades de utilidad y belleza me parecen muy rescatables.
Hola a todos. Hace no mucho hablábamos de la corresponsabilidad. Decíamos que es la clave para la conciliación porque como que trabajen ambos miembros de la familia hoy en día es casi una necesidad, hay que repartirse las tareas del hogar y la familia. En este reparto casi siempre pensamos en cómo repartirnos en la pareja o con ayuda externa si tenemos la suerte de contar con ella. Pero también es importante que contemos con los hijos para todo esto, es conveniente involucrar a los niños en las tareas de casa. Sólo hay ventajas: aprenden a asumir responsabilidades, a ser autónomos, a valorar lo que cuesta mantener una casa en orden o cuidar de los hermanos, etc.