¡Qué emoción! ¡Esta es mi última semana de trabajo! Bueno, en realidad, mi última semana en Madrid. Algo me tocará trabajar estas vacaciones: por supuesto no voy a dejar el blog de lado y además tengo que rematar cosillas para que dommuss esté al 100% a la vuelta del verano. Pero… ¡estaré en la playa!
Los niños de las casas ya están inmersos en su laguísimo verano… ¡qué nostalgia! Son tan largos, que para que no estén todo el día dando vueltas por casa diciendo eso de “me aburro”, “me aburro”, habrá que buscarles alguna actividad ¿no creeis?
Está claro, los mercadillos, rastrillos, ventas especiales o tiendas itinerantes (las famosas pop-up stores) están de moda. O yo me paso cada vez más tiempo en la calle o cada día hay más… bueno, seguramente será un poquito de las dos cosas 🙂
Cada día soy más fan de regalar experencias o detalles hechos con mimo. Lo de ir con la VISA a gastarse 50 ó 80 en algo que no se sabe muy bien si finalmente la otra persona usará alguna vez, no tiene mucho sentido. Si sé que es algo que seguro que va a gustar, no me importa gastarme el dinero que haga falta pero si no… es absurdo ir acumulando cosas en casa, ¿no creéis?
Actualizado en agosto de 2016 – En Semana Santa estuvimos descansando unos días en Santander. Como la familia de mi marido es de allí, vamos a menudo en vacaciones. A parte de su magnífica localización al borde de una maravillosa bahía, lo que más me gusta de Santander es la gran combinación de ciudad-playa que ofrece. Por eso, una escapada a Santander es siempre un gran plan.
Por un lado te puedes ir al centro a pasear por las zonas comerciales, por el mercado, a comer a alguno de sus restaurantes, etc. Pero, si lo prefieres, te puedes quedar en el Sardinero, la zona de las playas, y hacer el clásico plan bikini-pareo-toalla-chanclas.