Estas semanas hemos sido conscientes de una realidad brutal y aterradora. No es nueva, ya existía, y era igual de brutal y de aterradora hace unas semanas. Pero no la conocíamos. No la habíamos puesto imagen, no la habíamos sentido en nuestra piel.
Pero ver hordas de personas huyendo con la desesperación ardiendo en sus ojos, ha abierto los nuestros. Para que una masa tan enorme de gente deje su hogar y su vida, se embarque en un viaje peligroso e incierto, se eche a sus hijos a las espaldas y ponga rumbo a cualquier sitio pero lejos y seguro, quiere decir que el nivel de crueldad, atrocidad, caos, terror y deshumanización que está teniendo lugar el Siria es muy superior al que podíamos intuir.