Desde qué decidí dar un giro a mi vida profesional, cuando dejé mi trabajo en una multinacional para dedicarme a lanzar dommuss, he estado reflexionando mucho sobre la productividad. ¿Por qué? Porque por un lado la productividad es uno de mis puntos fuertes y a lo que me dedico -Dommuss, mi proyecto al que dedico tantos sueños y energías, es una herramienta de productividad y como consultora de marketing suelo ejercer como directora de proyectos. Pero también porque había aprendido que la productividad tenía un lado oscuro cuando mi capacidad por hacer muchas cosas me llevó a no ser capaz de disfrutar de ninguna, como comentábamos cuando os hablé de la trampa de la productividad.
Y llevo por tanto casi 3 años pensando en este tema y en cómo encontrar un equilibrio entre la capacidad de hacer las cosas de forma más eficiente sin acabar imbuida por su inercia perversa. Creo que lo he encontrado, la productividad bien entendida, lo que he pensado en llamar la productividad slow.