Ya sabéis que la filosofía de dommuss es organizarnos con un fin claro: tener más tiempo para disfrutar en familia. Y eso es lo que hicimos hace un par de fines de semanas. Aprovechar el puente de San Isidro e irnos a pasar unos días en el campo. Desde siempre, yo creo que el lugar donde más disfruto. A Andrés también le encanta. Y ahora con lenteja, ni os cuento. Se pasó con la boca abierta de asombro y con la sonrisa todo el finde.
De lo que más me gusta de ir al campo es que allí no se planifican tanto las cosas. En función de cómo salga el día, se decide el plan. Que hace bueno, paella y paseo para disfrutar del solete. Que no tanto, pues comemos dentro, siesta y organizamos una excursión.
Aunque la previsión decía que ya se alejaban las nubes de lluvia, el sábado amaneció nublado. Como apetecía menos el paseo, decidimos hacer una excursión para ir en busca del delicioso queso artesano y secreto. Yo llevaba tiempo queriendo ir pero nunca parecía fácil. Digamos que no se compra en un 7/11. No siempre se puede comprar. Ese es parte de su secreto, primero hay que llamar para asegurarse que Raquel andará por casa. Segundo, hay que saber dónde ir a buscarlo. Y no está a pie de autovía. Y no tiene cartel que lo anuncie. Sólo existe para los pocos conocedores del secreto.
El camino es precioso. Y más esta primavera, intensa en lluvias, que se traduce en un campo plagado de jaras, de encinas majestuosas y de felices ovejas pastando en cercas de hierba que parece que nunca se acaban.
Y por fin llegamos a nuestro destino. Parecía que no hubiese nadie. Nos acercamos “hola, hola”. Las gallinas por allí andaban picoteando gusanos y alguna monda de fruta para refrescarse. En la cerca de al lado, las cabras que producen la leche que luego se convierte en ese delicioso queso artesano, pastan y pasean sin ser molestadas.
Al cabo del rato apareció Raquel por fin “habéis llamado antes, ¿verdad?” Para asegurarse de que éramos conocedores. “sí, sí, llamó mi madre para decir que veníamos”. “Vale, pasad”. Raquel es la artesana detrás del queso. Lo hace de forma tradicional pero utilizando muebles y materiales de acero inoxidable, mucho más higiénico.
Y por fin, entramos y olimos el punto agrio de la leche de cabra y vimos unas hileras de quesos artesanos hermosísimos. De varios tipos, frescos y un poco más curados. Nos llevamos dos y los estuvimos saboreando todo el puente. Para mi hermano y para mí, el semicurado, uno de los mejores quesos que hemos probado nunca.
Uy, creo que me he venido arriba y me he puesto un poco más novelesca hoy… pero el tema invitaba. 🙂 Y vosotros, ¿qué planes hacéis cuando realmente estáis un finde por ahí descansando (y no hay obligaciones de por medio)? ¿Cuál es el plan que más disfrutáis en familia?