DIFTERIA… La verdad es que no había oído hablar de esta enfermedad salvo en la cartilla de vacunación de mi lenteja y porque justo fui hace poco a ponerle las vacunas de los dos meses, un combo potente que viene encabezado precisamente por la difteria y seguido por tétanos, tosferina, H Influenza b, polio inactivada, hepatitis B y meningococo C. De la polio si había oído hablar a mi madre de sus historias de cuando era chica o a mi abuelo en sus memorias narrando las enfermedades graves que habían acontecido en la familia. Hepatits B, un primo mía la tuvo; la Influenza, de las pelis en inglés; el Tétanos, un clásico de nuestra infancia… Pero la difteria era desconocida para mí.
Ahora ya le hemos puesto significado a esta palabra y sabemos que es una enfermedad grave que afecta al sistema respiratorio y que puede ocasionar la muerte o graves secuelas.
Lo sabemos porque un niño en Girona ha enfermado de este bicho porque no había sido vacunado para combatirlo. La noticia ha abierto un debate en la sociedad y en los medios en torno a la vacunación, su conveniencia vs. obligatoriedad, los antivacunas, etc. Me uno a este debate.
Vacunas sí o no
Por favor, claramente sí. La vacunación es uno de los avances más importantes de la medicina que ha permitido combatir y en algunos casos erradicar (como el de la difteria hasta ahora) graves enfermedades de territorios enteros. Yo creo que con este argumento sobran los demás. Pero si a ello le sumas los muy limitados efectos secundarios que conllevan, para que hay que hablar más.
Como bien explica Pablo Linde en su artículo de El País “Quiénes son los antivacunas”, parece que existe en torno a este tema una confrontación entre “lo natural” y “lo químico”. Pero yo creo que en realidad la dicotomía que se esconde es entre “lo tradicional” y “los avances científicos”. Yo me considero una persona bastante en pro de lo natural, intento comer sano, hacer vida sana, tomar medicación sólo cuando es necesario, etc -y si no, que se lo pregunten a mi marido que me tenía que convencer que continuara con los calmantes después de cuatro días de haber dado a luz por cesárea…
Pero lo que no entiendo ni comparto son los argumentos que identifican cualquier cosa que no es natural (es decir que no se encuentra tal cual en la naturaleza) para inmediatamente considerarlo como malo. Hoy el debate es sobre las vacunas pero esto se puede trasladar a muchos otros. Como por ejemplo que como somos el único mamífero que tomamos leche después de la época de lactancia, esto ya no es natural y por tanto no es bueno. Y digo yo: también somos el único mamífero que toma huevos fritos, cocido y hasta espuma de caviar. Adiós a disfrutar de la comida, a las estrellas Michelín y a todo lo que rodea el glamour gastronómico de hoy en día. ¡Que sinsentido! ¿no?
El que hoy en día hagamos cosas que no hacen los animalillos ni hacían nuestros primeros padres es fruto de la evolución, señores. Y no implica que sea necesariamente malo.
Yo entiendo que no quieras atiborrar a tu hijo de medicación “nice to have” que puede venir bien pero no es crítica pero no poner una vacuna que puede prevenir una enfermedad grave, mortal o que deje graves secuelas, me parece prescindir estupidamente de un gran avance de nuestra sociedad.
Derecho de los padres, de los hijos
Yo más bien diría que ni de los hijos ni de los padres, es un derecho de la sociedad porque protege un bien superior que trasciende a los individuos. Al final, que unos padres por sus creencias no vacunen a un hijo, como el caso de la noticia, no se queda en su esfera individual o familar, puede tener consecuencias para la sociedad. Y no cualquier consecuencia, si no una tan importante como poner en riesgo la salud pública. Por eso, considero que las vacunas para prevenir enfermedades graves debieran ser obligatorias.
Es como la educación. Como queremos una sociedad educada, con igualdad de posibilidades en la medida de lo posible, etc, la educación elemental es obligatoria. No se deja al criterio de los padres. Igualmente, como queremos una sociedad sana, sin epidemias de enfermedades graves, la vacunación de las mismas debe ser obligatoria.
Y si es obligatoria, debe ser gratuita. Porque de otra forma se estaría claramente penalizando a la gente con menos recursos.
Y llegamos a esta conclusión, a que las vacunas contra enfermedades graves sean obligatorias y gratuitas, sin ni siquiera entrar a considerar cuánto cuesta al país, a todos nosotros con nuestros impuestos, que ahora traigan una medicina de Rusia para tratar al niño afectado de difteria o que rebrotara una enfermedad que llenara los hospitales…
Pero bueno, yo ya me he enrollado bastante. Vosotros ¿qué opináis?
Estoy totalmente de acuerdo contigo y como lo has desarollado tan bien, sólo me queda unirme a tu opinión. “Vacunas si” Un beso
En Argentina, al margen de (por surete) no tener un gran problema con los antivacunas, el gobierno tambie9n implementa una especie de recompensa a los padres que completan los cuadros de vacunacif3n obligatoria: los subsidios a las familias carenciadas se dan un porcentaje cada mes, y a final del af1o, cuando presentan los carnets de vacunacif3n completo (y los boletines de escolaridad), se les da el resto del subsidio.Saludos!
Hola Simay. Parece una medida muy interesante para fomentar la vacunación. Por lo que leí el otro día en España el nivel de vacunación, a pesar de no ser obligatorio, está por encima del 95%. Parece que la concienciación es también una gran herramienta. ¡Saludos!