Mi pequeño garbancillo de la casa está aprendiendo a andar y tenemos que tener 1.000 ojos encima. Y la verdad es que no estamos muy acostumbrados. Su hermana es y era muy prudente. Para que os hagáis una idea, ni siquiera tuvimos que tapar los enchufes porque jamás le llamaron ni un poquito la atención. Creo que solo se pilló los dedos con un cajón una vez.
Pero este pequeñajo es un inquieto. Todo lo toca, todo lo abre y a todos sitios quiere llegar. Y en este proceso se está dando un montón de coscorrones.
El otro día uno de sus golpes no se quedó en un mero coscorrón. Tuvimos muy mala suerte y justo se cayó encima de una piececita de puzzle de estas de madera que se encajan en una base. Pues se clavó el palito que tiene para agarrarlas. Y no era como otros, más anchote y romo. Era delgado, puntiagudo y de plástico duro. Se lo clavó tal cual en la cabeza. Y se hizo la consecuente brecha, claro. Nuestra primera emergencia doméstica.