Hoy es nuestro aniversario de boda. ¡¡Hace ya un año desde que nos casamos!! 6 de abril de 2013, en Trujillo. ¡Y cómo disfrutamos! Hizo un día un poco más frío que hoy pero con un sol brillante. Estaba el campo precioso, verde y plagadito de flores. A las 12:30 teníamos cita en la Iglesia de San Martín de Tours, en la plaza Mayor de Trujillo. Yo sólo fui capaz de dormir 5 horas por los nervios y a las 8:00 ya estaba en pie; 30 minutos antes de lo previsto. Hasta las 12:15 estuve preparándome en casa con mis padres y hermanos…
Mientras, Andrés se arreglaba en el Hotel NH Palacio de Santa Marta, a pocos metros de la plaza.
La iglesia estaba vestida con miles de paniculatas blancas, la gente estába elegantísima y dispuesta a pasarlo bien, la lluvia dio una tregua después de 2 meses sin parar de llover… ¡no se podía pedir más! Nosotros, emocionados por tener a tantos amigos y familia allí, disfrutamos de cada momento.
Me encanta recordar los detalles: el velo que llevaba es de la familia de Andrés y tiene historia, lo compró uno de los abuelos de Andrés en Bruselas y lo habían llevado ya todas las hermanas del novio al altar. El vestido que había elegido en Max Mara era un regalo de mi suegra y lo conjunté con unos pendientes de mi tía, una estola de bisón de otra tía mía, unos zapatos de Franjul regalo de mi amiga Cristina y el anillo de compromiso que me regaló Andrés, realizado en la joyería Presmanes de Santander, de donde es su familia.
Pero aún hay más: en el aperitivo servimos croquetas de Un Bocado preparadas de mi hermano pequeño, regalamos aceite de oliva virgen extra de mis padres y abrimos el baile con Cloud Walk, un vals compuesto por mi hermano mayor. En la comida mis amigas me leyeron un discurso sentido y precioso que me emocinó y que siguió con la réplica improvisada de mi suegro, dos de mis cuñados y por último, de Andrés. Cada vez que lo recuerdo, sonrio.
Todo salió a la perfección: la decoración, con la que me ayudaron Eme&Be, alegró la Dehesa la Torrecilla, que ya de por sí es muy bonita y estaba luminosa y con el campo verde de fondo; el cátering San Jorge, nos sirvió rico y bien. Y por último, la música que nos regalaron Íñigo y Jose de Dándote Ritmo que consiguieron que todo el mundo bailara y que una gran mayoría nos quedáramos hasta el final.
Fue una boda genial: natural, cercana y muy muy muy divertida.
Fotos de Nano Gallego y Jesús Caballero
Muchas gracias por compartir esta experiencia. Sin duda las bodas son momentos maravilloso e increíbles. Excelente artículo