¿Qué tal seguís con el confinamiento? Espero que continuéis todos con salud y tranquilos en casita, aunque las semanas van pesando, no cabe duda. Y aunque intentemos mantener un espíritu positivo, es normal que haya días más difíciles.
Y los niños, ¿cómo están? Últimamente pienso mucho en ellos. Porque les estamos pidiendo uno de los mayores esfuerzos: el confinamiento total y absoluto. Ya llevan más de un mes sin pisar ni el rellano, en algunos casos en casas pequeñas, sin luz, sin capacidad de correr… Hay dos temas que me preocupan en este sentido:
Uno, respecto a lo que afecta directamente a los niños y a las familias, porque este confinamiento se está alargando y ya muchos lo empiezan a notar. Aquí depende mucho del niño. Nosotros lo vemos en casa. Para mi hija mayor, que acaba de cumplir 5 años, estar en casa todos juntitos es un planazo. En cambio con el pequeño, que va a cumplir ahora 3 años, es otra historia. Está con unas rabietas, arranques de ira y unas pesadillas que nunca había tenido. Lo está pasando mal el pobrecito. Me imagino que muchos otros también.
Pero más allá del efecto que esté teniendo individualmente en nuestros hijos, me preocupa muy profundamente el mensaje que se está mandando a la sociedad. Parece que los niños son un poco como los apestados.