Ser madre es un acto de generosidad sin límites. O al menos así creo yo que debe ser. Ser madre es dar, dar, dar, sin esperar recibir. Dar amor, dar cuidados, dar cariño y apoyo sin pensar. Darte a ti misma, sin más.
Puede ser que en un futuro tu hija sea tu mejor apoyo, o que tu hijo te haga sentir la madre más orgullosa del mundo. Puede ser que cuando seas mayor, tengas en tus hijos los cuidados que necesites. Pero también puede ser que no sea así.
Traemos al mundo personas y las personas son únicas, librepensadoras e independientes. Por eso, puede ser que tus hijos crezcan y se conviertan en alguien con pocas cosas en común contigo, que se vayan a vivir lejos, incluso que se tornen egoístas y no se preocupen por ti. Ser madre es no esperar nada, ni dibujar ningún futuro.
Pero la maravilla del amor y de la generosidad es que al final acaba volviendo a ti. Y dar y amar sin esperar nada a cambio te hace vivir sin rencores, ni comparaciones, te hace ser mejor persona y, lo que es mejor, ser más feliz.
Yo estoy dispuesta a disfrutar de mi condición de madre, a reír con mi hija cada mañana, a achucharla lo máximo posible, a llenarla de besos y de caricias, a acunarla cada vez que llore… Por supuesto, sin prescindir de ser yo misma, sabiendo que algún día será libre e independiente. Y que no será mía. Será ella y labrará su futuro. Espero que cerca de mi pero si no es así, yo habré disfrutado mucho dandole mi amor por el camino.
Muy generosa, Rita,Así somos, pero lo díficil es pensar que tendrán una vida propia y no estar cerca… Muchos besos