Dicen que el día de la madre es un invento de los grandes centros comerciales, y puede que haya algo, o mucho, de verdad en eso. Pero lo cierto es que en su origen fue una tradición que instauró una activista social y madre que durante la guerra de secesión organizó grupos de mujeres para atender a los heridos de uno y otro bando.
Aquella mujer se llamaba Anna Maria Reeves Jarvis, y cuando acabó el conflicto comenzó a reunir a las madres que habían participado en esos grupos de ayuda. Así nacieron los conocidos como Mother’s Day Meetings. Unos encuentros que las asistentes aprovechaban para hablar de temas que les afectaban como mujeres y como madres.
Sería su hija, Anna Jarvis, quien recogería el testigo de aquellas reuniones tras la muerte de su madre, pero además quiso rendir homenaje a quien le había dado la vida organizando lo que llamó Reunión Conmemorativa del Día de la Madre, que acabaría convirtiéndose en un día festivo para todo el país.
Hoy hemos querido retroceder en el tiempo retomando una de esas reuniones de madres para saber qué nos aporta la maternidad y si hemos aprendido algo de ella. Estas son las diez cosas que han aprendido las estupendas madres con las que hablamos. ¡Feliz día para todas!
10 enseñanzas de la maternidad, maravillosas enseñanzas vitales.
1. A ser valientes
“No me atrevería a hacer muchas cosas de no ser por mi hijo”, dice Rebeca, madre de un niño de cuatro años. “He descubierto que ser madre te hace ser más valiente: no hay nada que te detenga cuando se trata de defender o proteger a tu hijo. Incluso aunque seas tímida o no te guste afrontar retos nuevos. Si hay que hacer lo que sea por él -poner en marcha un negocio, subirte a un árbol aunque te den miedo las alturas, enfrentarte a alguien que no se ha portado bien con tu hijo…-, lo haces sin dudar”.
2. A ser vulnerables
“En el momento en que nació mi primera hija supe que ya nada iba a ser igual que antes. ¿Soy mucho más feliz ahora? Sí, por supuesto. Pero ese amor brutal que siento por mis hijos también me ha hecho ser más vulnerable. Cualquier cosa que les afecte a ellos me afecta a mí, son mi punto débil. La maternidad me ha enseñado que soy vulnerable”, dice Rocío, madre de dos niños de 6 meses y 2 años.
3. A querernos más
“Creo que todas nos culpamos de un montón de cosas. De no pasar el suficiente tiempo con nuestro hijo, de no hacer más cosas con él, de no seguir a rajatabla los consejos sobre alimentación… Pero mi hijo me ha enseñado a perdonarme. Aunque haga millones de cosas mal, para él soy la madre más perfecta del planeta: le encanta mi arroz aunque esté pasado, le parece que mis chistes malos son los más divertidos del mundo… Me quiere tanto que me ha hecho quererme más a mí misma”, cuenta Lola, madre de un niño de 8 años.
4. A quererlos más
“Cuando dicen que no se puede explicar con palabras lo que se siente por un hijo, lo entiendo perfectamente. La maternidad me ha enseñado un tipo de amor del que no sabía nada por mucho que me hubieran hablado de él. Tampoco yo sé explicarlo: es totalmente incondicional además de algo que nunca había sentido por nadie. Leí una vez un texto de Saramago en el que decía que un hijo es un ser que nos prestan para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos. Y es verdad. Por mucho que te enfades con ellos cuando hacen trastadas o te pongan de los nervios a veces, cuando te sonríen o los ves dormir plácidamente o te dicen cuánto te quieren se te pasan todos los males, literalmente”, afirma Raquel, madre de una niña de tres años.
5. A olvidarnos de egoísmos
“La maternidad me ha enseñado a no ponerme yo en primer lugar siempre, que es lo que hacía hasta ahora. Te olvidas de los egoísmos para que sean otras personas las que ocupan ese primer lugar de la lista, y lo haces sin darte cuenta. Eso no significa que no eche de menos cosas como una tarde libre solo para mí o unas vacaciones largas con amigas, pero aunque lo eche de menos no me supone mucho esfuerzo renunciar a ello. La maternidad cambia tus prioridades de una forma extraordinaria”, dice Marta, madre de dos mellizos de cuatro años.
6. A conocer el miedo
“Ahora temo cosas que antes no temía. Tengo miedo a que baje una cuesta con un patinete a toda velocidad, a que no sea querida, a que le rompan el corazón… Es un miedo que no conocía. Aprendes a vivir con él, claro, pero no puedes controlarlo o evitar sentirlo”, dice Elena, madre de una niña de 7 años. “Además de ese miedo también tengo miedo a que me pase algo y no pueda disfrutar de ellas ni cuidarlas ni protegerlas ni enseñarles cosas…”, añade Natalia, madre de dos niñas y esperando su tercer hijo. “Antes me tiraba en paracaídas sin pensármelo, ahora no lo haría. O por lo menos, no tan alegremente. ¿Qué pasaría si algo falla y por un momento de disfrute pierdo la oportunidad de ver crecer a mis hijos?”.
7. A disfrutar del juego
“Con la maternidad he recuperado el placer que solo había sentido de niña al hacer cosas aparentemente insignificantes pero que te hacen sentir feliz. Como encontrar los huevos de pascua que había escondido mi madre o pasar una tarde en el bosque buscando hadas o disfrutar volviendo a montar legos… Creo que recuperas el gusto por el juego dejando que ellos te enseñen lo portentosa que puede llegar a ser la imaginación. Y eso me encanta”, dice Laia, madre de un niño de cinco años.
8. A ser más tolerantes
“Cuando eres madre quieres que a tu hijo le gusten los cuentos que a ti te gusta leerle y que disfrute con la música que a ti te encanta. Pero descubres que tiene sus propios gustos, y aunque sean totalmente opuestos a los tuyos, aprendes a apreciarlos.
Por ejemplo, a mi no me gusta nada el fútbol y me parecía que era un deporte que no podía enseñar más que a ser competitivo. Pero resulta que mi hijo quería jugar al fútbol, y después de un par de semanas pidiéndome que le apuntara no pude decir que no. Ahora estoy encantada de que me lo pidiera: él ha sabido sacar cosas de ese deporte que yo no había visto jamás. Un día me dijo: “Mamá, da igual ser bajito, no pasa nada. Puedes ser bajito y jugar muy bien al fútbol, y si no, mira a Messi. Igual que da lo mismo tener pelo o no porque Zidane no tiene ni un pelo y muchos futbolistas tampoco”.
“Sacó sus propias conclusiones sobre igualdad o como lo quieras llamar viendo partidos de fútbol. Cuando lo escuché pensé que a veces somos demasiado estrechos de miras. La maternidad me ha enseñado a ser mucho más tolerante y abierta con los gustos de los demás, casi todo tiene algo que se puede apreciar”, dice Nerea, madre de un niño de 7 años.
9. A perdonarnos más
“Soy muy consciente de mis limitaciones, quizá demasiado, pero la maternidad me ha enseñado a perdonarme más. Claro que a veces se me olvida meter el bocadillo en su mochila o llego tarde a recogerle, pero luego veo lo divino que es mi hijo, lo bien que se porta con sus amigos, cómo los defiende cuando se meten con ellos o lo fácil que le resulta compartir sus cosas, y pienso: “Algo habré hecho bien”. ¡Y eso es un subidón de autoestima que dura para toda la semana!”, asegura Nuria, madre de un niño de 5 años.
10. A querer aún más a tus padres
“Una de las cosas que me ha enseñado la maternidad es a valorar el trabajo que hicieron con nosotros nuestros padres, en el que nunca había pensado hasta tener hijos. Te das cuenta que han hecho miles de cosas por ti de las que antes no eras consciente, y pasas a otra etapa, de admiración quizá. ¡Eso sin contar con lo buenísimos que son como abuelos!”, dice Mabel.