Vivir 100 años: cómo afectará a las familias la longevidad

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Hace unas semanas he terminado de leer un libro que me habían regalado: La vida de 100 años: vivir y trabajar en la era de la longevidad.

Es un libro muy recomendable. Si os gusta la sociología, os va a apasionar. Yo me lo he leído como si fuera un thriller… Mi marido no daba crédito que me estuviera enganchando tanto a un libro así pero es que me ha encantado. Me parece súper acertado el planteamiento que hace.

El libro nos enfrenta a una realidad que vamos a tener que vivir muchos de nosotros y, sobre todo, muchos de nuestros hijos: llegar a ser personas centenarias. Es decir, vivir 100 años, o más.

¿Qué supone vivir 100 años? Como cuentan los autores del libro, nos lo deberíamos tomar como una bendición: tener unos 15 años más de vida para disfrutar y emprender proyectos, etc. Pero también se puede convertir en una maldición, porque se trata no sólo de vivir sino de vivir bien. Es decir, también hay que pensar cómo financiar una vida tan larga.

Se trata no sólo de vivir, sino de vivir bien.

Los autores, profesores del London School of Economics, cuentan que estamos experimentando un enrome cambio social, casi comparable al que se produjo con la revolución industrial. Vamos a ver cómo va a cambiar la forma en que trabajamos y planificamos nuestra vida futura y nuestras finanzas.

Básicamente porque ya no vamos a poder seguir con la estructura vital que conocíamos el último siglo estructurada en tres etapas: formación, trabajo y jubilación. Antiguamente podíamos plantearnos la vida así porque cuando la gente se jubilaba a los 65, tenía por delante 10, 15 o a lo sumo 20 años por delante.

Teniendo en cuenta la esperanza de vida actual, pero sobre todo la de las generaciones que siguen, jubilarse a los 65 supondría vivir 35 ó 40 años jubilado, casi los mismos que trabajando. Realmente es un planteamiento que ni los sistemas de prestación ni el plan de ahorro personal van a poder asumir. A no ser que lo empecemos a plantear y buscar soluciones desde ya.

Por eso, va a cambiar la forma en la que trabajamos. Está claro que vamos a trabajar más años. A lo mejor hasta los 70 o 75. Y tendremos distintas etapas de trabajo. Algunas con más intensidad y otras con menos. Trabajaremos la mayoría de nosotros con más flexibilidad y tendremos que reinventarnos de cuando en cuando. Pasaremos por etapas de transición en las que reorientaremos nuestra carrera, nos formaremos en una nueva disciplina, etc.

¿Y cómo nos va a afectar esto a las familias? Pues mucho.

Para afrontar una vida más larga, cada vez se va a hacer más importante que trabajen ambos miembros de la pareja. Fundamentalmente para contar con más ahorros para el futuro.

Además, ya no va a ser tan común una carrera profesional lineal, sin interrupciones, que solían tener los hombres antiguamente. Ponerse a trabajar, dedicarse intensamente a ello, ascender y luego ya jubilarse. Ahora tendremos varias etapas profesionales con distinta intensidad y tendremos que acomodar y equilibrar los ritmos de las vidas familiares en consecuencia. A lo mejor, durante unos años será ella la que tenga un trabajo que requiera viajar o más intensidad y él tendrá que estar más pendiente de la casa y la familia y viceversa. Los hombres empezarán a reclamar más flexibilidad en el trabajo.

También probablemente haya todavía más composiciones distintas de familias: más parejas que se divorcien a los 60 al pensar que todavía les quedan 40 años por delante, será más común que haya descendencia de varios matrimonios viviendo juntos, también que haya 4 generaciones de una misma familia conviviendo, etc.

Para todo esto, va a ser clave la planificación financiera familiar de la que ya hemos empezado a hablar y de la que seguiremos hablando los próximos meses. Porque como decíamos, lo importante es que veamos cómo podemos seguir generando ingresos durante más años y ahorrando e invirtiendo para no tener que sufrir penurias financieras cuando seamos viejitos.

¿Qué os parece este planteamiento? ¿Habíais pensado en ello antes?

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