Lo mejor de ser padre

lo mejor de ser padre

Falta muy poco para el día del padre, esa fecha que instauró una maestra de Vallecas allá por 1948 según contaban en esta publicación. Por eso nos hemos preguntado qué es lo mejor de ese rol que cada año prueban -estrenándose o repitiendo experiencia- casi medio millón de españoles.

Para empezar, ¿ser padre es una fuente de felicidad? Hay quien dice rotundamente que sí, que la paternidad es el camino más seguro hacia el mundo de los felices. Por ejemplo, un grupo de psicólogos de las universidades de UC Riverside, Stanford y British Columbia, quienes hicieron un estudio tras el que concluyeron que “las personas con hijos experimentan una mayor cantidad de emociones positivas”. Pero también están los que opinan todo lo contrario, y este grupo ha realizado igualmente investigaciones para que su conclusión se apoye en la ciencia. En él se encuentran unos investigadores de la Open University de Reino Unido, que tras entrevistar a 5.000 personas llegaron a la conclusión de que las parejas sin hijos tenían matrimonios más felices que quienes sí los tenían.

Para encontrar el desempate hemos preguntado a cuatro padres qué tiene de bueno y de malo ese rol que empezaron a desarrollar cuando nacieron sus hijos, y parece que aunque las responsabilidades pesan y no siempre se lleva bien dormir menos de la cuenta, regañar cuando toca o pasarlo regular cada vez que se ponen malos, el lado “disfrutón” de la paternidad gana por goleada. Al menos entre estos cuatro padres a los que aprovechamos para felicitar por el próximo día del padre, que está a la vuelta de la esquina. ¡Feliz día de la paternidad!

Iñigo, padre de familia numerosa

El tercero y más pequeño de sus hijos nació hace 9 meses, cinco años más tarde que el mayor y cuatro después de que llegara al mundo la mediana. Dice que lo que más disfruta es “pasar el rato con ellos. ¿Haciendo qué? Haciendo lo que sea, jugar con ellos es muy divertido porque disfrutas mucho todo lo que hacen. Nunca pensé que iba a preferir ver un partido de mi hijo mayor que uno del Madrid, y resulta que sí, que me gusta más verlo a él. O que jugaría con mi hija haciéndome pasar por un príncipe y que me encantaría ver cómo se pone roja como un tomate cuando le suelto un piropo. Ni que se me iba a caer la baba viendo cómo duerme el pequeño”.

“Son cosas que ni me planteaba. Tampoco sabía que me iban a enseñar tanto, porque aprendes un montón de ellos. Entre otras cosas, que no merece la pena preocuparse por tonterías. Cuando eres padre creo que pasas a darle importancia a lo que de verdad la tiene olvidándote de lo que no”.

Alberto, padre experimentado

Tuvo a su hija hace 8 años durante los que dice haber experimentado decenas de emociones entre las que destaca la felicidad, la alegría o la ilusión. Aunque asegura que lo más le llama la atención pasado el tiempo es que la paternidad le provocó “un repentino subidón de la responsabilidad. Aunque fuera de manera indirecta, a partir de ese momento mis actos, mis decisiones, mi manera de ser y de hacer tendrían consecuencias sobre una persona que acababa de llegar al mundo. Al principio puedes llegar a abrumarte, pero luego te das cuenta de que el cariño y la protección se manifiestan con naturalidad, sin agobios, de forma innata”.

“Quiero enseñar a mi hija, orientarla, protegerla, divertirla… Al final, el reto no es hacer un clon de ti mismo, sino darle pautas para que tome sus propias decisiones, desarrolle sus gustos, se maneje por sí misma y sea una buena persona. La quieres y quieres que te quiera. Es fascinante vivir en casa la evolución de un ser humano. Me parece mentira que el bebé que pasaba horas y horas dormido tenga facetas que ya me son ajenas, que mantenga sus secretos, que module su comportamiento según con quien esté… Un hijo acaba sorprendiéndote por su inteligencia emocional y capacidad de adaptación, mucho mayor que la que experimentamos los adultos. Por ejemplo, a mí me impactó la madurez con que ella asumió el fallecimiento de su abuelo, cuando sólo tenía 6 años, y el recuerdo en positivo que mantiene de él y que demuestra con naturalidad en las conversaciones en las que surge”.

Antonio, padre desde hace tres años

A pesar de no ser muy niñero, tenía muy claro que quería ser padre. Y cuando nació su hija hace ahora algo más de tres años supo por qué. “Me encanta el día a día con ella. Escuchar sus conversaciones con sus amigos, ver cómo cambia, cómo aprende, cómo te enseña cosas… Creo que la paternidad te vuelve más sensible. Pero no solo con tu hija, también con otros niños. Quién me iba a decir a mí que me iba a acabar sabiendo antes los nombres de los niños con los que juega mi hija que los de sus padres”.

“Se desarrolla un tipo de amor diferente al que puedas tener a tu pareja o al resto de tu familia, ni mejor ni peor pero sí más intenso. Y creo que por eso hay ciertos momentos que se te quedan grabados y que recuerdas como si fuera ayer: cuando le cambié su primer pañal, cuando dijo papá, cuando se giró sobre si misma por primera vez… Todo eso se te queda marcado creo que para siempre”.

Iñigo, padre recién estrenado

Su hija nació hace 9 meses y hasta ahora no ha visto ningún “pero” a la paternidad. “Lo bueno es todo: pasar el rato con ella, que llegues a casa y te reciba como si hubiera una fiesta, que se despierte con ese buen humor… No imaginaba que podría gustarme tanto asomarme a una cuna para ver cómo un bebé duerme. O que fuera tan fácil que te contagiara ese buen rollo que tiene. Ni que sería tan impresionante ver cómo evoluciona. La gente se sorprende cuando ve que te emocionas tanto simplemente porque tu hija ha empezado a dar palmas o ha aprendido a decir adiós con la mano, pero te da igual, estás a lo tuyo sin importarte lo que piensen los demás, y creo que eso es otra cosa que se acentúa con la paternidad”

“Es verdad que es una responsabilidad 24 horas al día siete días a la semana desde que nace hasta que te mueras, pero creo que es un poco como cuando empiezas a trabajar: a pesar de tener una responsabilidad, casi todo el mundo más feliz trabajando que estudiando. En el cómputo global lo tengo claro: ser padre me hace más feliz”.

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